
Espléndido por alegrías, cantiñas y tanguillos, no dejó de ser grande en bulerías, tangos o soleares, el mejor interprete vivo de los cantes de cádiz, sentenciaron los entendidos antes de su muerte. Reconocido en vida recibio el premio por alegrías en el Concurso de cante gaditano en 1953, el galardón Enrique El Mellizo en el Concurso Nacional de Córdoba en 1974, la insignia de oro impuesta por la tertulia flamenca, El Gallo de Morón de la Frontera en 1986, el premio del compás del cante o La Medalla de Plata de Andalucía por su contribución al flamenco. En su discografía, aún con su inagotable directo, tan sólo dos títulos de estudio: Nuez moscá (1996) y Azúcar candé (2000). Cantaor incombustible, pese a su deteriorada salud y avanzaza edad, no dejó de cantar; en su etapa final destaca su partipación en el Festival Flamenco por Tarantos de 2007 en Madrid o El Festival Flamenco de Nimes en 2008. Para muchos con su pérdida, se esfuma una generación y su tiempo, una manera de vivir y sentir, y sobre todo una formar de interpretar la estética y el arte flamencos. Y sino, como sentenció otro sabio del flamenco como es, Félix Grande: "Tó lo que no este en Chano Lobato en los cantes de Cádiz, hoy no está en ningún otro artista".
Aquí les dejo, una interpretación del tango argentino Volver del gran Carlos Gardel, cantado por bulerías junto al toque de Manolo Franco y José Luis Postigo.
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