
Alma gemela de Camarón, empezaron cantando juntos en la Venta de Vargas y los trenes, y tal como relataba el de la Isla, lo recordaban así: "A Rancapino y a mí no nos cobraban en los trayectos si cantabamos, ya nos conocían. Ibamos en pantalones cortos, que yo tendría entonces unos siete años. Fue entonces cuando me pusieron lo de Camarón". En la Venta de Vargas fue donde aprendió, por allí pasaban Pericón de Cádiz, Manolo Vargas, Manolo Caracol,...; bien nutrido de la pureza natal, a partir de los sesenta marcha Madrid donde comienza a cantar en el Tablao de Las Brujas, para pasar despúes a Los Canasteros y Torres Bermejas, así como grabar uno de sus dos discos con Paco Cepero en 1966, y comenzar una de sus diversas giras por Francia y Japón.
Trotamundo y buscavidas, Rancapino es: esencia y tradición, un cantaor jondo y sentío que nunca fue un revolucionario, más bien un ortodoxo del flamenco, antítesis de su compadre Camarón. Su voz ronca lo delata, la de un patriarca del flamenco que al transmitir en bulerías, seguiriyas y soleares, hace resonar con fuerza los ecos del pasado.
Rancapino en los sesenta cantando unas Alegrías de Cádiz, junto al toque de Paco Cepero.
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